Lo más absurdo del cristianismo

Seguramente has visto cientos de imágenes como ésta en internet, quién construiría un balcón donde no hay acceso, o quién pondría un muro a mitad de una escalera, quién pondría una escalera de emergencia que no lleve a ningún lado, tantas cosas o situaciones absurdas y sin embargo suceden.

En todos lados, en todos los países, lugares, comunidades, etc. hay cosas absurdas, y aunque no lo creas Jesús habló de lo más absurdo del cristianismo, sí, el mismo Jesucristo hablando de lo más absurdo del cristianismo.

Lo más absurdo del cristianismo no tiene nada que ver con Dios, sino con la actitud de los cristianos, no es posible que actúen como actúan si no deberían actuar así, no es posible que hablen como hablan si no deberían hablar así, no es posible que vivan como viven si no deberían vivir así, los cristianos son absurdos.

Lo absurdo del cristianismo no tiene que ver con Cristo ni con el cristianismo en sí, sino con los cristianos, el cristianismo no es absurdo, Cristo no es absurdo, pero los cristianos (hablamos en general) son absurdos. Lucas el evangelista escuchó está enseñanza de Jesús mismo, y guiado por Dios decidió dejarla plasmada en su evangelio, leelo con cuidado y descubrirás cuando Jesús habló de lo más absurdo del cristianismo.

¿A qué compararé esta generación?

El plan anual general y de predicaciones se desarrollaba favorablemente, todo iba saliendo conforme lo planeado, ya eran varios meses de estar día y noche (literalmente) en oración pidiendo a Dios que respaldara todo y guiara para hacer conforme a su voluntad. Había llegado el domingo decisivo, era el momento de que la congregación se involucrara en el ministerio de la iglesia.

El mensaje había sido de lo mejor, la presencia de Dios era inminente, el Espíritu Santo se había manifestado a su iglesia, los pastores estaban emocionados, esperando la respuesta de la iglesia, a partir de ahora todo sería diferente, la iglesia crecería poderosamente -pensaron-, pues la iglesia se había comprometido a servir a Dios.

Llegó la hora del culto vespertino, era el momento de la primera manifestación de ese cambio, los pastores esperaban que la asistencia mínimo se duplicara, llegó el momento. Faltaban solo cinco minutos para las seis de la tarde, el templo estaba casí vacío, su capacidad para 400 personas en planta baja y 150 en planta alta engrandecía el desconcierto, los diáconos no llegaron, el anciano que iba a presidir el culto llegó corriendo, ajustándose la corbata mientras caminaba al frente, los demás ancianos -como de costumbre- no asistieron, en las bancas apenas unas 20 personas estaban sentadas, ningún jóven, el coro que iba a dirigir la alabanza estaba a la mitad.

Los pastores se concretaron a mirarse y suspirar solamente, ¿Qué pasó? ¿Qué hicimos mal? fueron las preguntas que pasaron por sus mentes aunque ninguno se atrevió a comentárselas al otro. A pesar del desconcierto hicieron un gran esfuerzo por sacar el culto adelante, pero al final el culto terminó como empezó. ¿Qué vamos a hacer? Fue lo que pudieron preguntarse al despedirse.

La semana siguiente Dios guió a uno de ellos para que en el siguiente mensaje se reflexionara acerca de una pregunta inquietante que Jesús hizo frente a una situación similar ¿A qué compararé esta generación? EL PRÓXIMO DOMINGO EN EL MENSAJE DE MEDIODÍA CONOCEREMOS CÓMO DESAFIÓ DIOS A ESTA IGLESIA Y COMO SEREMOS DESAFIADOS NOSOTROS MISMOS POR ESTA PREGUNTA.